Prefiero VIVIR… eso me dije tantas veces como deseé lo contrario… cuando cíclicamente en la fecha de mi cumpleaños, me invadía una tristeza tan profunda, que de verdad creía que no merecía la pena vivir para sufrir tanto.
Afortunadamente el pasado 23 de enero, fruto de mi intenso proceso de Orden interno, logré desactivar el automatismo. Me desperté feliz y sonriente esa mañana, diciéndome: ¡es mi cumple y prefiero vivir!, ¡prefiero vivir!, ¡si! Fue una sensación ¡tan grandiosa! Nada ni nadie podría quitarme la sonrisa ese día, porque yo estaba celebrando mis ganas de vivir:) Por fin sentía la certeza de que la vida es mucho más que lo que hasta entonces había podido experimentar, y quería ser capaz de vivirla, de disfrutarla, y de compartirla:)
Quizás quien al igual que yo, haya rozado la muerte más de una vez… ya no tema morir… sino sufrir. Por fortuna, las últimas pruebas que me ha puesto la vida me han enseñado que podemos elegir enfocarnos en el disfrute, mientras aceptamos el dolor como algo pasajero que, dándole la atención que pide, nos permite aprender lecciones valiosísimas. Cuando hablo de dolor me refiero tanto al físico y al emocional, pues están directamente relacionados.
Yo creo que tod@s tenemos la capacidad de remontar tras situaciones traumáticas, accidentes, enfermedades, y profunda sensación de desesperanza o falta de propósito vital… Mi punto de inflexión y no retorno ha sido entender e integrar que lo que yo consideraba mis mayores desgracias, tuvieron en sí mismas el propósito de llevarme a crecer en la dirección adecuada.
Tomar conciencia de que la manera en que suceden las cosas quizás sea la mejor opción posible, nos permite liberarnos de la ilusión de control, y confiar en que la vida es el mejor regalo para hacernos a nosotr@s mism@s y para compartir con los demás:)
Si te sientes desbordad@ por altibajos de desesperanza, quizás el Orden pueda ayudarte